De la mano, paseamos calle arriba.
Parece que nos hubiéramos puesto de acuerdo en salir y nos hubiéramos lanzado a la calle todos a una.
Alguien insinuó lo conveniente de estirar las piernas y respirar aire fresco y hemos aceptado la propuesta con agrado.
Disfruto de mi conversación animada y mi paso acompasado a sus pasitos cortos. Caminamos, digo, de la mano, con cuidado de no soltarla y perderla de vista entre la multitud.
Con su media lengua me cuenta historias y pregunta con la curiosidad de un niño que quisiera saberlo todo. Desde su altura, descubre su pequeño mundo, y levanta su mirada hasta encontrarse con la mia.
Me pregunto cómo se verá la vida desde abajo, cómo debe sentirse uno entre las piernas de los adultos que te aprisionan al hacerse hueco en el ascensor y siento cierto agobio al intentar ponerme a su altura. La descubro sencilla y humilde porque en su percepción no existen miradas altaneras, porque depender de la ayuda de los demás no le acompleja, ni humilla. Porque el mirar hacia arriba le hace crecer en deseos de llegar más alto y porque acepta su pequeñez, como algo suyo, como el arma que le hace saberse querida y mimada.
En mi fuero interno desearía que los segundos duraran minutos y las horas se prolongaran y el tiempo se estirara como una goma elástica para así poder disfrutar más de la inocencia de los primeros años.
Ya no habrá un quinto.
Cuatro hijos, ésta es mi aportación, ¡no está mal!, aunque la decisión de no aumentar el número viniera algo forzada.
Ojalá existiera la posibilidad de tener siempre un pequeño en nuestras casas para que el espíritu jóven se mantuviese siempre vivo. Hay quienes dicen que los hijos rejuvenecen, yo, tanto, no diría, pero sí coincido en que vivir con niños pequeños le obliga a uno a mantener la ilusión por hacerle descubrir el mundo que tiene por delante. Aún seguimos con las tareas pendientes de enseñar a montar en bicicleta, lanzarnos sin manguitos a la piscina y… (lo que peor llevamos) ver hasta la saciedad los animados dibujos de Bob esponja.
Pilar
Preciosa la historia y tu aportación para que esta tierra no sea algún día un pais de ancianos.
ResponderEliminar¿Y que hay mejor que verlos crecer, educarlos y llenarlos de cariño?
Un abrazo, Pilar
Gracias por tu visita, también te deseo lo mejor para ti
ResponderEliminarSe feliz
Con ternura
Sor.Cecilia
Me ha enternecido lo que has escrito. Yo sé que esa edad de la niñez es el paraíso de todo ser humano, cuando te basta coger la mano de la madre o del padre para sentirte a salvo de todo. Y para una madre, esa manita, esa mirada confiada...¿qué voy a decir que no hayas experimentado tú misma? Cuatro hijos...¡estupendo!
ResponderEliminarUn abrazo
Si vieras lo que yo lo echo de menos... Siempre debería haber un niño en casa.
ResponderEliminarDisfrútala, que es un verdadero dulce.
Un besote
Pero podemos tener un niño en casa a traves de los hijos de nuestros hijos, ese mismo paseo con un nieto tiene que ser tambien maravilloso!
ResponderEliminarQue los Reyes te traigan todo lo que tu corazón le pide. Es mi deseo.
ResponderEliminarMuy feliz día de la cabalgata.
Un beso.
A ver cuándo empieza a andar mi sobrino, que tiene ocho meses, y puedo ir así con él por la calle.
ResponderEliminarQuerida Pilar: me ha emocionado tu entrada, no hay nada más maravilloso que llevar un niño de la mano.
ResponderEliminar"Creced y multiplicaos," Tú ya lo has hecho 2x2= 4, puedes estar orgullosa.
Y en cuanto a Bob esponja y demás dibujos, no sabes lo bien que lo estoy pasando compartiéndolos con los nietos, es como volver a empezar y doy gracias a Dios por ello.
Un beso muy grande y ¡Feliz noche de Reyes!
Qué bonita historia, paseando de la mano.
ResponderEliminarUn beso agradecido
Muy bien expresado.
ResponderEliminarMI hija pequeña tiene 9 y a veces me da pena que el tiempo pase tan deprisa, se hacen mayores muy rápido.
Feliz entrada de año.
Hermana, que hermoso su compartir esto lo llamaria compartir vida, difrutar esos pequeños momentos con aquellos que amamos que esos momento de compartir son pequeñas oraciones que Dios nos regala cada dia.Una vez más gracias buen dia.
ResponderEliminarQué necesario es ir de la mano especialmente en las situaciones dolorosas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus amables palabras. Un abrazo.
¡Que bonito Pilar!. ¡Que hermoso testimonio!
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
Un abrazo. Dios os bendiga.
Que mantengas siempre la ilusión por hacerle descubrir el mundo que tiene por delante...
ResponderEliminarMe gustó mucho esta reflexión.
Feliz año!!!
Abrazo. Jabo
Un bonito texto, que nos lleva al recuerdo de cuando eramos unos "enanos" tan llenos de curiosidad.
ResponderEliminarGracias por saludar mi regreso al mundo blogger. Recibe un gran abrazo y que este 2012 también sea lleno de buenos momento para ti.
Hermana, perdone que le vuelva escribir pero queria decirle que los discipulo del Señor ellos también, les costo cree en Jesús y lo veian el camino de la fe que es creer es un proceso que se da pasa a pasa y con pasos muy pequeñitos como los pasos del que la acompaña en el camino cortos pero hay que darlo con esos pasitos pequeñogracias hermana y perdone.
ResponderEliminarPilar, prueba la ensaladilla que está riquísima y sale muy suavita.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Un beso y muy feliz día.
Que no se suelte de esa mano, en mucho tiempo.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarDesde hace unos cuantos años, voy confirmando que los pequeños son los verdaderos maestros de los adultos. La inocencia, la pureza de sus pensamientos, la sinceridad, todo no hace más que enseñarme. ¡Los quiero! y me doy cuenta lo rápido que crecen. Un abrazo
ResponderEliminarPilar, momento entrañable el que describes que trajo a mi memoria lindísimos recuerdos. Es mucho lo que tenemos que aprender de los niños!
ResponderEliminarBesitos,
Es precioso Pilar, muchas gracias por compartir algo tan bonito. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Puedo entenderte porque yo también tengo un pequeño con el que disfruto momentos como éste, aunque me de mucha guerra. Sin embargo mi vida sería otra sin él.
ResponderEliminarEs para mí un verdadero regalo de Dios.
Y tu peque no te cuento... si es un regalo...!
Besos.
Precioso Momentos. Como sera que nadie quiere que los ninos crezcan!!!
ResponderEliminarPerdona que no he podido venir antes pero te agradezco tus visitas. Y te dejo un fuerte abrazo!