Queridos amigos:
Si a los amigos se les habla desde el corazón, hoy quisiera abrir el mío para todos vosotros.
Desde la noticia del trágico accidente de cuatro jóvenes en Madrid en el que dos de ellos perdieron la vida y otros dos luchan por aferrarse a ella, he de reconoceros que algo ha sacudido mi alma, como una bofetada recibida sin aviso, como un mazazo en la boca del estómago. Por un lado, por el dolor que uno siente cuando se entera de este tipo de noticias, especialmente cuando en tu casa tienes hijos de edades parecidas y te preguntas si no habrían podido ser ellos, por otro lado por el sufrimiento de las familias, por el calvario por el que estarán pasando y por otro, porque la duda te asalta por dentro, e intenta tumbarte, y tus emociones te pueden y tu esperanza flaquea.
Pero no es, ésto, lo que tiene mi interior sobrecogido, es algo más fuerte. Es quizá ver, cómo Cova y Diego, que así se llaman los chicos que Dios ha permitido quedarse aún entre nosotros, están moviendo corazones a tanta gente. Solo basta ver los mensajes de chat de los jóvenes, las noticias colgadas en Twitter para que a uno se le pongan los pelos de punta y no tenga más remedio que sorprenderse por que el milagro, a día de hoy, puede palparse. Chicos que ofrecen lo que más les cuesta por la recuperación de personas a quienes no conocen, a quienes nunca antes habían visto, ni sabían siquiera de sus nombres pero que ahora ocupan un lugar en su corazón y por ellos se ofrecen y elevan a Dios sus oraciones.
Una de las hermanas de Cova ha escrito una oración que quisiera trasladar a mi post de hoy con el deseo de que os sumeis a esta cadena que tanto bien está haciendo y que no os olvideis de ellos, que su recuperación será larga por lo grave de sus heridas y por lo que vendrá después, que deberán asumir con paz y con esa alegría que solo Dios es capaz de darles.
Pilar
Señor, vengo ante Ti poniendo mi confianza en tu misericordia y amor. Vengo ante ti con fe en tu promesa que tu das aquello que pida en Tu Nombre si es lo que mas conviene para nuestras almas.
Señor cura a Cova de todos los traumatismos,
toca a Cova con Tu mano poderosa en todas las áreas de su cuerpo que mas necesitan de sanación.
Permite que el calor de Tu Espíritu penetre en todas las células, en todos los tejidos, y en todos los nervios de su cuerpo herido.
Reemplaza esos tejidos enfermos con salud.
Llevate de su cuerpo todo aquello que no sea vida, limpia toda infección, quita toda inflamación, deja que fluya la vida por su sangre, que el aire vital la restaure por dentro, y reconstruye todas sus zonas heridas.
Fortalece su cuerpo, su mente, sus emociones, su espíritu; y con el mismo poder con que la creaste, sanala y revitalizala, Señor.
A nosotros Señor daños la gracia de aceptar este dolor con paciencia.
Dejanos ver desde la fe Tu mano salvadora, como Tu nos sostienes y nos llevas.
Y cuando Cova este sana, que sea testimonio de Tu poder y Tu gracia, de Tu infinita misericordia y que pueda servirte y alabarte el resto de su vida