Cuando terminé de escribir me quedé pensando… queriendo reafirmarme en mi escrito. Lo lei varias veces por si algo de lo que había salido de mi puño y tecla no me convenciera en realidad... entonces...me vino Dios a la cabeza, no sé por qué, supongo que porque también El ocupaba un lugar importante en mi vida y me di cuenta que de todo lo que hay a mi alrededor y de todas las personas que han pasado por mi vida el Único que permanece aún inalterable es El.
Por El no ha pasado el tiempo, se mantiene igual, tal como siempre le he imaginado. Si miro al frente, si cierro los ojos, si me dejo llevar por mis pensamientos... descubro esta realidad tan profunda y en la que no siempre quiero adentrarme.
El paso de los años no le afecta, ni se oxida con la humedad del ambiente, no se pierden sus partículas por el azote del viento, ni desaparece tras romper contra una roca. Me vió jugar en la orilla y conoció mis amores de verano, me siguió la pista, siguiendo mi rastro cada invierno y aquí sigue, fiel a la cita de cada verano.
Me busca entre los bañistas de la playa, en los que pasean cada mañana apenas sale el sol. Me busca, me busca hasta encontrarme.
Es El, el que antes de yo existir ya era, el que no se marchará nunca, el que será por siempre.
Me doy cuenta de lo efímera que puede ser la vida, de lo caduco de todo lo que nos rodea por mucho que parezca que lleva aquí toda la vida.
Me paro a pensar, y me hace bien, entre el sonido de las olas y el bullicio de la gente en la playa he podido escuchar…
Alguien me hablaba al corazón.
Pilar.